██████████████
████ ████
███ ██████████████ ███
███ ████ ███ ██
██ ██ ████████████ ███ ██
██ ██ ███ ███ ██ ██
██ ██ ███ ██████████ ██ ██ ██
█ ██ ██ ███ ██ ██ ██ ██
██ ██ █ ██ ███████ ██ ██ █ ██
██ █ ██ ██ ██ ██ ██ ██ ██ █
██ █ ██ ██ █ ██████ ██ ██ ██ █ ██
██ ██ █ ██ ██ ██ ██ █ ██ ██
██ ██ ██ ██ ████████ ██ ██ ██ ██
██ ██ ██ ███ ███ ██ ██ ██
██ ██ ███ ████████████ ███ ██ ██
██ ██ ███ ███ ██ ██
██ ██ ████████████ ██ ██
███ ███ ███ ███
███ ██████████████ ███
███ ████
████████████████
El Akelarre nace como una propuesta movilizadora de sentires y pensares radicalmente alternativos en la Uiversidad del Tolima. Al parche lo componemos individualidades y afinidades anarquistas que en conjunto, enmarcamos pensamientos ligados a principios del anarco-comunismo, anarco-insurrecionalismo, anarco-individualismo, anarco-primitivismo y corrientes afines pero no explícitamente anarquistas.
En un sentido histórico, el “aquelarre” fue un término promovido por las instituciones del poder religioso europeo y que buscaba ser estigmatizante, entendiéndolo como una reunión demoniaca entre blasfemxs y brujxs. Para nosotrxs, es en realidad una forma ancestral de encuentro comunitario, espiritual y político, en el que brujxs, cuerpxs divergentes y pueblos marginados nos hemos reunido para compartir saberes, sanar, celebrar los ciclos de la naturaleza y resistir al poder dominante. Luego en Abya Yala, como lo llaman muchos pueblos originarios, el aquelarre se entrelazó con cosmovisiones y tradiciones indígenas y afrodescendientes, que fueron brutalmente reprimidas por la colonización cristiana, europea y patriarcal.
Para nosotrxs, el Akelarre surgirá como un gesto de desobediencia espiritual y cultural, una rebelión contra la racionalidad colonial que despojó a la tierra de su magia y a lxs cuerpxs de su autonomía, perseguidxs no solamente por supersticiones irracionales, sino por representar otra forma de conocimiento: uno relacional, circular, conectado con los ritmos de la luna, las plantas y el cuidado colectivo. Este saber no servía al capital ni al Estado, y por eso fue tachado de peligroso. Pero no desapareció: se escondió en los márgenes, en las cocinas, en los cantos y en los rituales donde la espiritualidad no podría ser domesticada ni subordinada a iglesias o Estados, sino que puede ser libre, popular y subversiva, rompiendo con la dicotomía occidental entre lo racional y lo mágico, y reencantar el mundo como parte de una lucha humana por la vida digna. El Akelarre no será entonces un residuo del oscurantismo medieval y el violento desentendimiento de lo diferente, sino una forma viva de organización libertaria, donde no hay jerarquías, líderes ni dogmas: hay círculos, voces múltiples y territorios en común.
Así terminamos en que al Akelarre lo componemos individualidades que konspiramos mediante el movimiento clandestino, frentiando desafíos tanto individuales como colectivos, coincidiendo en objetivos contestatarios frente a dinámicas y estructuras opresoras que generan lo injusto y perpetúan la desigualdad. Desde nuestras afinidades ideológicas, nos reconocemos en expresiones divergentes de cultura y en la pasión insurrecta de nuestros sentires personales, en la lucha popular, la inconformidad y la digna rabia que busca organizarse. Encontramos en la insurgencia y la clandestinidad el medio legítimo de expresión y manifestación política e ideológica que desafía las imposiciones sociales y sistémicas que van en contra de la libertad.